Aunque nunca había experimentado uno, por alguna razón asimiló que aquello era un beso de despedida. Un beso que significaba "me tengo que ir y no quiero despertare". Pero en la única cosa en la que podia pensar era en lo de "marcharse".
-Vuelve a dormir, amor.
-Tú primero- demandó retirándose hacia su izquierda y haciendo que se tumbara de nuevo en la cama, obligándola a quedarse de frente.
-Me tengo que marchar, en serio- él presionó sus labios contra los suyos en respuesta, esperando remarcar que no le hacía mucha gracia que tuviera que irse tan temprano. Además, casi no la había besado en serio desde la noche que habían pasado juntos y cuando lo había hecho, siempre habían resultado ser besos pequeños. No iba a presionarla, pero ahora, en ese momento, sentía una necesidad imperiosa de tocarla. De sentirla y de que ella lo sintiera a él..
(?).Cheshire.(Después de tanto daño).
Me resulta muy curioso el hecho de que un corazón independiente -solo de un modo físico- al nuestro sea capaz de obligarnos a latir y continuar con nuestros propósitos cuando queremos echarlo todo a un lado y cruzarnos de brazos sentados en el suelo, enfurruñados como si tuviéramos cinco años.
No damos suficientes "gracias" por esto.
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